Cuando llegamos no teníamos aún el código para poder entrar, gracias a un cliente que salía para recoger algo de su coche, pudimos acceder al hotel. La habitación olía a tabaco, aunque en el detalle de la reserva ponía no fumador, es cierto que nos dieron opción a cambiar de habitación pero con cama de matrimonio en vez de dos camas. Nadie jamás en recepción. Lo positivo, nevera en la habitación y microondas en la recepción. La camarera del desayuno un verdadero encanto.